Pues llegó la hora de abandonar tierras nazaríes, pero no quería irme sin antes hacer la última rutilla en bici. En esta ocasión se me antojó subir al llano de la perdiz (camino que ya había hecho anteriormente) y bajar hasta Cenes (ahí estaba la novedad). En posesión tenía sólo un plano que me había hecho un colega, muchas ganas, un sandwich y una botella de agua fresquita llenada hasta los topes.
Subiendo se divisa Sierra Nevada al fondo, en donde todavía hay pequeños restos de nieve.
Foticos para inmortalizar el momento y así no olvidar la sensación de sentirte libre, aunque sea momentáneamente.
Una vez llegué arriba me dispuse a descender por donde indicaba el mapilla, el sol ya empezaba a apretar, con tan mala suerte que tomé una desviación que no era y de repente me desorienté totalmente. Bueno, sigo con el relato puesto que mi madre ya lo sabe y ya no corre peligro de un ataque cardiaco.
Cuando fui consciente de que no tenía ni idea de por donde tirar paré debajo de la única encina que había en el paisaje y llamé al autor del croquis, y sacando como conclusión que estaba en un lugar incierto de la geografía granaina, tuve la "suerte" de toparme con un ciclista que me indicó que para Cenes no tenía ni idea de cómo llegar, pero que si continuaba recto llegaría a otro pueblo llamado Dúdar (por la vereda del barranco de abogado). Así que tiré pá lante negándome a subir la super bajada que me había llevado hasta allí. Empezé a pedalear notándome como el sol iba haciéndome cosquillitas en mis hombros, seguí, seguí, seguí hasta que me quedé sin fuerzas, el calor era insoportable y el agua se había tornado en una especie de caldo de cocido que ya empezaba a escasear. Opté por refugiarme en la única sombra que pude encontrar debajo de una zarza sintiendo el latir del corazón como si de una bomba de relojería se tratase. Empezé a pensar en lo que podría hacer, tenía varias opciones, lo único que tenía claro era que no podía segir bajando y subiendo colinas por esos parajes totalmente desérticos porque físicamente estaba a cero y corría el riesgo de deshidratarme a lo tonto me lo bailo, ni tampoco podía retroceder todo lo que había hecho. De modo que tenía varias posibilidades: esperar a que el sol bajase, es decir, continuar sentada bajo la zarza unas cuatro horas más para luego llegar a Dúdar y llamar a alguien para que me fuese a recoger; bien llamar a rescate y que me subieran en helicóptero por la típica escalerilla de cuerda que sale en las películas y allí toparme con un tio macizorro que me diese de beber y/o hiciese otra clase de primeros auxilios (je,je,je, que flipadilla); o por último, retroceder hasta donde me acordaba haber visto una casita a lo lejos con un coche en donde supuse habría vida humana que me pudiese echar un cable. ¿¿¿Por cual creeis que me decanté!!??? nooooo, por la 2º al final no, porque aunque el calor ya me estaba haciendo ver alucinaciones, fui consciente de que la probabilidad de que eso pasase sería casi nula je,je,je, de modo que fui a la casita y empezé a chillar a grito pelao que me había perdido y que si eran tan amables de acercarme al pueblo más cercano. Salieron dos albañiles, y me dijeron que les esperase que ya se iban y me indicarían. Si, ya se en que estais pensando, que qué locura, que podrían ser dos machos sedientos de carne jugosa, pero en la situación en la que me encontraba cruzé los dedos y confié en la bondad del mundo, y walá!!! di en el clavo, subieron hasta donde yo me encontraba y me acompañaron hasta una cima donde me indicaron el camino correcto para llegar a Cenes!!!. Sabiendo que detrás de donde me habían dicho se encontraba la civilización, cogí fuerzas y no paré hasta encontrarme sobre asfalto divisando una gasolinera donde poder llenar el buche de agua hasta saciarme. Finalmente, llegué a casa sobre las 15.30 en donde me esperaban unas judías pintas la mar de refrescantes.
Estaba completamente sola recorriendo los mismos pasos que dieron nuestros antepasados!!! Impresionante!!!!. Vi decenas de sepulcros, toqué las mismas piedras que ellos tallaron… 
Hasta que de repente vi que una mujer vestida de uniforme verde y con placa colgando de la camisa se me acercó.
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