De unos años atrás hasta la actualidad el concepto de museo en nuestro país, como un centro activo de difusión, ha ido creciendo de forma exponencial. Paralelamente, no nos podemos olvidar de citar el otro importantísimo concepto, presunción y/o fanfarronería, los cuales parece ser que están muy en boga en la nueva museología. Y paso a explicarme porque en esta vida no se puede criticar y esconder la mano. Debido a ser un blog el soporte físico escogido para este escrito, no podré extenderme lo que quisiese, de modo que muy resumidamente expondré pequeños detalles de las ampliaciones de nuestros dos grandes e importantísimos museos nacionales: el Prado y el MNCARS.
Pasaré al desarrollo, el cual contendrá sólo unas cuantas preguntas soltadas al aire que reflejarán enseguida por donde quiero ir.
- En el caso del Prado: ¿porqué se escogió el boj traído directamente de Italia para decorar la parte de arriba de la ampliación y al cual hay que mimar recubriéndolos con lonetas cuando el frío aprieta hasta que cojan fuerza las raíces?, ¿no hubiese sido más resistente, más barato y más typical spanish unos arbustos de romero o de estos setos donde mi barrio está plagado? Y… ¿porqué se escoge para el pavimento de la misma zona una piedra también italiana muy porosa?, ¿que pasa que nosotros no tenemos piedras porosas que puedan cumplir la misma función?.
- En el caso del Reina Sofía…. uff… este caso si que tiene chicha, pero no me iré por las ramas y sólo preguntaré, ¿porqué se ha recubierto todo de jatoba que hubo que importarla de África o Brasil?, para el caso me da lo mismo, ¡y sin meterme en la polémica que hubo acerca de la procedencia ilícita o no de las mismas!.
Estos antojos suponen un aumento en los gastos, pero claro, estos antojos no vienen de Paquita la panadera, sino de Rafael Moneo y de Jean Nouvel, unos conocidísimos arquitectos quienes aunque hagan una caca pinchada en un palo o nos hundan en la mismísima ruina, se les aplaudirá por simple presunción política.
No opinaré respecto a la discusión actual sobre la buena o mala actuación en el claustro de los Jerónimos o la elección de la puerta de Cristina Iglesias, ya que eso sería para explayarse folios y folios. Pero lo que sí que no puedo evitar es dar una pequeñísima pincelada degolladora ante la obra del francés, Jean Nouvel. Poco funcional y poco estética, en ello me baso al ver todo acristalado, en ver que en donde se puede optar por la luz natural se usa luz artificial y viceversa, en ver la pantalla de la sala de comunicaciones al contraluz y al creerme que entro en un sitio de alterne en vez de en un museo, por citar algunas observaciones. Chapó chato, y ahora tenemos a los directivos alquilando las zonas de actos públicos para poder sobrellevar las cantidades tan ingentes de gastos que ello ha acarreado (parte del dinero de inversión procedía de financiación propia, en el caso del MNCARS).
Por ello sólo puedo concluir con que los grandes museos se miran antes al espejo resultando fanfarrones y pedantes, olvidando que lo que hay que priorizar de verdad es su interior, su contenido.
Con esto no quisiera dar una sensación de negatividad ante el concepto de nueva museografía, en donde hay verdaderas maravillas creadas por una rigurosa metodología, llevadas a cabo por mentes inteligentes y con los pies en la tierra.
Pasaré al desarrollo, el cual contendrá sólo unas cuantas preguntas soltadas al aire que reflejarán enseguida por donde quiero ir.
- En el caso del Prado: ¿porqué se escogió el boj traído directamente de Italia para decorar la parte de arriba de la ampliación y al cual hay que mimar recubriéndolos con lonetas cuando el frío aprieta hasta que cojan fuerza las raíces?, ¿no hubiese sido más resistente, más barato y más typical spanish unos arbustos de romero o de estos setos donde mi barrio está plagado? Y… ¿porqué se escoge para el pavimento de la misma zona una piedra también italiana muy porosa?, ¿que pasa que nosotros no tenemos piedras porosas que puedan cumplir la misma función?.
- En el caso del Reina Sofía…. uff… este caso si que tiene chicha, pero no me iré por las ramas y sólo preguntaré, ¿porqué se ha recubierto todo de jatoba que hubo que importarla de África o Brasil?, para el caso me da lo mismo, ¡y sin meterme en la polémica que hubo acerca de la procedencia ilícita o no de las mismas!.
Estos antojos suponen un aumento en los gastos, pero claro, estos antojos no vienen de Paquita la panadera, sino de Rafael Moneo y de Jean Nouvel, unos conocidísimos arquitectos quienes aunque hagan una caca pinchada en un palo o nos hundan en la mismísima ruina, se les aplaudirá por simple presunción política.
No opinaré respecto a la discusión actual sobre la buena o mala actuación en el claustro de los Jerónimos o la elección de la puerta de Cristina Iglesias, ya que eso sería para explayarse folios y folios. Pero lo que sí que no puedo evitar es dar una pequeñísima pincelada degolladora ante la obra del francés, Jean Nouvel. Poco funcional y poco estética, en ello me baso al ver todo acristalado, en ver que en donde se puede optar por la luz natural se usa luz artificial y viceversa, en ver la pantalla de la sala de comunicaciones al contraluz y al creerme que entro en un sitio de alterne en vez de en un museo, por citar algunas observaciones. Chapó chato, y ahora tenemos a los directivos alquilando las zonas de actos públicos para poder sobrellevar las cantidades tan ingentes de gastos que ello ha acarreado (parte del dinero de inversión procedía de financiación propia, en el caso del MNCARS).
Por ello sólo puedo concluir con que los grandes museos se miran antes al espejo resultando fanfarrones y pedantes, olvidando que lo que hay que priorizar de verdad es su interior, su contenido.
Con esto no quisiera dar una sensación de negatividad ante el concepto de nueva museografía, en donde hay verdaderas maravillas creadas por una rigurosa metodología, llevadas a cabo por mentes inteligentes y con los pies en la tierra.